jueves, 22 de mayo de 2014
PROLOGO A "LOS OJOS DE MI MADRE"
PROLOGO A "LOS OJOS DE MI MADRE"
Literatura liquida. Prólogo a una performance.
“¿Quiero recuperar exactamente ese micro segundo en el que soy eso que pienso y nada más que eso?”
Héctor D’Alessandro: “Los ojos de mi madre”
Llegué a Xalapa el 12 de marzo, en 2014; no podía imaginar que en el lapso de nueve días comenzaría a realizar un proyecto que tenía más de seis años en espera; no encontraba el contexto adecuado. Ese contexto se materializó en esta ciudad cultural que es Xalapa. En pocos minutos tenía tres síes de tres empresarios que estaban dispuestos a ceder el uso de su local para realizar la performance que titulé como mi viejo blog: “Literatura líquida”. En cierto modo, un homenaje al admirado y querido Zigmunt Bauman. Esta performance consistió en que durante treinta días entre el 21 de marzo y el 19 de abril de 2014, escribí esta novela que el lector se apresta a comenzar a leer. La escribí ante dos cámaras, un que transmitía online en un canal de Justin Tv y la otra grababa mi actividad y servía también para registrar las diversas visitas que llegaban a saludarme y sobre todo a hacerme preguntas sobre mi actividad.
El “Diario de Xalapa” lanzó al conocimiento de la ciudad la noticia dando prioridad a que yo soy entrenador de programación neurolingüística; de este modo, el evento entró, y algo tiene de eso, en la categoría de los retos. A ver si alcanzo tal meta, tal nivel, etc. Lo que no dijo ese diario ni otros es que entre las posibilidades se contaba la de que pudiera abandonar la escritura por el motivo que fuera; y uno muy importante, cuando llevaba dieciséis días escribiendo, fue el cansancio. La cualidad que tienen los desafíos es que “enganchan” al desafiante; lo atan a sus propias palabras y si no razona de modo adecuado puede encontrarse literalmente atrapado en una realidad no deseada. Todo en esta performance surgió espontáneamente. Desde el argumento hasta el modo de escribirla. El argumento lo había soñado en el avión de la compañía Lufthansa en el que volé hacia México, y lo anote en mis cuadernos. Pero la decisión de escribir esa trama sucedió el mismo 21 de marzo a las diez de la mañana cuando me senté ante la mesa que me pusieron al efecto de escribir en la librería Rayuela y cerrando los ojos y respirando consciente y conectado, tal y como me enseñaron hace quince años en mi formación como “rebirther”, dejé que afluyera al gran pizarrón vacío de mi conciencia, un argumento, una imagen, una primera frase con la que comenzar, e inmediatamente me vino el recuerdo de aquel niño que soñé a gran altura y sobre el cual quería escribir. Aclaro que la vida de ese niño personaje nada tiene que ver con mi propia vida personal más allá de que yo lo gesté en mi interior en un caldo onírico a miles de pies de altura en un vuelo interoceánico, pero su deriva personal me arrastró a todos los extremos de mis propias emociones y viví con él esos treinta días, me convertí en el él durante esos treinta días y le presté incluso una tía abuela, monja, de nombre Teresa, datos que sí son reales en mi propia vida. Sólo que sor Teresa murió en el retiro de las teresianas de Montevideo en el pueblo de Progreso, si mi memoria acierta.
Volví a vivir otra vez toda la trama de este personaje niño en estos días de mayo en que terminé al fin de corregir la novela y, nobleza obliga, me veo compelido a dar algún indicio para el lector curioso sobre qué recurso utilicé para mantener el ritmo y la intensidad. Daré una explicación aquí que no debe en ningún caso sustituir a la práctica y al aprendizaje: leyendo ciertas novelas de Carpentier, novelista y musicólogo, detecté que seguía el gran escritor cubano un ritmo con base matemática y que estaba vinculado ese ritmo a la recurrencia de determinados modelos de frase. Lo sinteticé en un modelo lógico que me permitía saber en todo momento qué elemento de la ecuación me faltaba para simplemente aportarlo. Esa aportación surge inevitablemente de la visión interior de un escenario y unos paisajes y unos rostros que de modo constante durante esos días se mantienen en tu imaginación como si fueran los de tus seres queridos.
Hasta aquí sobre el método escogido en esta ocasión; en otras obras me invento otros, y me divierto muchísimo haciéndolo dado que esa es una de mis profesiones: entrenador en escritura creativa. Invento modos de trabajar a placer con el propio sistema nervioso. Gracias a esta habilidad pasé unos treinta días hermosos y pude siempre, a pesar del cansancio, guiarme a mí mismo y sacarme, como el barón de Munchausen, de los distintos atolladeros.
Gané muchas cosas al escribir este libro, siempre los escritores y las escritoras ganan mucho al escribir sus libros, sobre todo dan un gran salto adelante en evolución personal. Se han propuesto un reto y han inventado las herramientas para vencer a ese reto; pero además se conocen mejor a sí mismos y dejan atrás, como en una gran limpieza emocional y espiritual, un montón de contenidos conscientes e inconscientes que les permiten continuar el viaje vital con mayor ligereza. En este caso, además, yo tenía un gran reto, y este era entrar en una nueva ciudad y hacerlo a través del elemento que más me gusta y atrae, la gente, las personas. Gracias a este modelo de escritura de la modernidad líquida; escribir pero no en una torre de marfil sino en un espacio abierto y transparente con las interrupciones propias que trae la vida a tu orilla. Gracias a este modelo de performance conocí a personas maravillosas como Ángel Rafael Martínez Alarcón, quien jugó un papel detonante y fundamental en la promoción de este evento y me acogió como buen amigo y me ha estado apoyando en todo momento y con todas sus posibilidades. En Ángel y en Laura Carballido Jayme que desde el primer momento en que le mencioné mi proyecto lo vio clarísimo en todas sus posibilidades y aportó todo de sí para promoverlo desde la instancia municipal, quiero resumir aquí un sinfín de personas maravillosas que, en esta ciudad y en otros países, me han estado apoyando sin desmayo, sabiendo que seré injusto, por eso en ellos quiero agradecerle a todos los que en Xalapa y en el resto del mundo han estado ahí. Ahora, puedo decir que un escritor escribe por muchos motivos, algunos conocidos y otros desconocidos por él mismo, pero que aquello que la vida te trae como premio gracias a tu escritura, debes mirarlo y reconocerlo como a un importante patrimonio cuya existencia desconocías; lo que tu inconsciente, que es portátil, trabaja las veinte cuatro horas del días sin descanso y sabe mucho más que tú, te ha traído, es lo que estabas buscando.
Estaba buscando mi reencuentro con el inconsciente, con esa casa de mi alma, ahora lo sé.
Héctor D’Alessandro Sala
Xalapa-Enríquez
22 y mayo y 2014

Esta publicación fue escrita por: Angel Rafael Martínez Alarcón
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